«EL AVISPON»

LOS 80 DE «GABO»
El célebre escritor colombiano, Gabriel García Márquez está cumpliendo los 80 años de vida y no sabemos la forma cómo su obra ha traspasado la frontera del tiempo al igual que el imaginario Macondo y ha servido como el faro luminoso para muchas generaciones de intelectuales y escritores de Latinoamérica. Al borde de un ataque de insomnio en que escribo estas líneas, puedo recordar mi primera impresión al frente de su obra “Cien Años de Soledad”.

EXPERIENCIA
Era aún estudiante del segundo ciclo de Lengua y Literatura y me quedé fascinado por la belleza y los recursos narrativos existentes en la historia de Los Buen Día. Desafiando mis propias limitaciones, pude esbozar y trazar al fin una suerte de árbol genealógico de la familia. No lo podía creer, mi persistencia por devorar la obra, me condujo a un estado de sopor indescriptible y sentí la belleza que sólo la literatura puede despertar cuando se tiene una obra de la dimensión de Cien Años de Soledad.

MACONDO
Fue esta obra del Novel escritor Aracateño el que más tarde me hizo reafirmar mi vocación por la literatura como lo fue antes Octavio Paz con “Los Signos en Rotación” con el premio Nobel de Literatura en 1990, asimismo, Crimen y Castigo de Fedor Dostoiwski y Madame Bovary de Gustavo Flauber.
Sin embargo, en honor a la verdad, debo mencionar que el hallazgo mayor de la obra de Gabriel García Márquez y que marcó mi vida fue “El Amor en Tiempos del Cólera”.
«EL CÓLERA»
Frisaban los años 90 y el puerto pesquero de Chimbote se debatía entre una temible peste que todos conocimos luego como el temible cólera. La gente se moría de una gastro enterocolitis en menos de dos horas y todos culpaban al agua y al pescado de ser el principal agente trasmisor de la epidemia.
De casualidad, me tope con una pasta color amarilla con letras negras sobre la cual había la figura de una oveja negra, la marca de la editorial que albergó al popular “Gabo”.

CHIMBOTE
Cogí el libro y luego asumí que esa era la respuesta que andaba buscando a mi vida y al momento de estudiante provinciano, en medio de la incertidumbre y el insoportable calor del puerto ancashino.
Fue grande la sorpresa, luego de tres días de intensa lectura, pude recrearme en los paisajes de la ciénaga colombiana descritas por García Márquez y como fondo, la historia de un amor que trasciende, del pálido Florentino Ariza y Fermina Daza que luego, tras los románticos episodios de amor termina lacerando el sentimiento de rechazo por la mujer a quien, tal vez, uno ha amado con especial cariño y entrega.

CRÓNICA ANUNCIADA
Sentí como mío aquél desplante, pues, Fermina Daza se casa luego con un acaudalado médico con quien llega a tener dos hijos. Notarán que mi antipatía por aquél entrometido galeno me llevó a simpatizar con el desconsolado enamorado.
Sin embargo, la historia novelesca termina dando un giro para reencontrarse después con el amor de toda la vida y en medio de una peste como el cólera que también, coincidentemente asolaba el ambiente que maravillosamente recrea el autor de la Hojarasca.
MEMORIAS
Debo manifestar que la historia del amor trascendental sigue vivo en mi mente y he encontrado mucha similitud con la historia sagrada que ahora no viene al caso detallar.
A García Márquez le debemos los amantes del mejor oficio del mundo, (interprétese como Periodismo) ese amor por la escritura, la pasión por las inacabables tertulias y el gusto por la literatura, pero sobre todo por su valor como redactor en “El Espectador” así como “Crónicas de un Naufragio”, “Crónica de una Muerte Anunciada”, “El Coronel no tiene quien le Escriba”, “El General en su Laberinto” y “Memorias de una Puta”.

HOMENAJE
Es muy importante resaltar la vida y obra de estos grandes escritores que ha dado América Latina y en particular al periodismo y la literatura. Grandes maestros como César Vallejo, Ciro Alegría y el propio Luis Alberto Sánchez así como el célebre ensayista peruano, José Carlos Mareátegui, por haber transitado por el periodismo y haberse elevado a la máxima categoría de pensadores y célebres escritores a quien recordamos y ensalsamos a través de la pluma.